Es momento se seguir relatando aquella aventura que fue la revista literaria Amalgama. Deslizarnos unos meses más en el calendario de aquel ya lejano 1999.
Aquel número traería consigo una notable modificación en el formato de la revista, el cual condicionaría el resto de las demás tiradas posteriores. Al introducirse un buen número de relatos y, sobretodo, por las indicaciones que me hizo personalmente Antonio Llorente Abellán en aquel desaparecido Café-Bar Espartaco de Cartagena, llegué a la conclusión de dividir la revista en dos secciones, una enteramente de poesía y otra de relatos.
Las secciones también tendrían su delimitación física en el formato, ya que cada una tendría una portada diferenciada a cada cara de la revista, estando cada una a la inversa para que se pudieran leer con mayor comodidad. Así, encima de estas linea se pueden observar las dos portadas.
Portada que esta vez tendría un color granate, el cual decidimos Antonio Vela y yo mismo, que para esa ocasión, y para evitar dislates que ya citamos en el recordatorio del número 1, nos hicimos cargo de la realización de la misma.
El resultado fue notablemente mejor, a excepción de que las portadas no salieron ni por asomo como debieran. Aún así fue una bocanada de aire ante tal infausto inicio.
En este número participaron, además del presente con los poemas Iridio 0º e Isósceles, en la sección de poesía Ginés Marín Iniesta, Sergio Gallego Morales, Alfredo Wandossell, Mª Carmen Pérez Almagro Vegekim, Miguel Arroyo, Juan Ignacio Ros bajo su archiseudónimo Un fuego sin Llamas, Ángel Galindo Piñana, Eduardo Solano, Elena Orenes, Guillermo Vivero, El Dormilón (---que sigo sin recordar quién era---), y Antonio Llorente Abellán bajo el pseudónimo de El Tercer Hombre. Y para los relatos tuvimos a Juan Gómez, Alfredo Wandossell y Antonio Vela.
La editorial correría a mi cargo, enfocada a la necesidad y osadía de aquel que escribe y su necesidad de ser leído, terminando con estas palabras: "Ese descubrirse ante tantos ojos, amalgama de pensamientos, sólo nos lleva a una inminente conclusión, ceñida en que aquél que escribe se desnuda, pero nuna lo hace por completo ya que siempre se deja los calcetines del revés."
Como nota a recordar señalar que se concretó con un dueño de un bar de Cartagena, cuyo nombre no voy a decir públicamente, un recital de presentación, pero el cual no se pudo realizar ya que tuvo el despiste de olvidarse del mismo, dejándonos en la estacada una tarde calurosa de Mayo.
Para terminar dejo aquí el poema de Antonio Llorente Abellán.
Poema Suspiro
Insensatez de los cuerpos
que se tambalean
bajo la piel,
el muro blando
que nos existe.
Y un ay dolorido
de no tener conciencia
de los dioses que aguantamos en la sangre
encerrados,
bostezando como locos.
El Tercer Hombre
¡Este número me lo pillé yo! jajaja, qué tiempos aquellos...
ResponderEliminarCoñe, tendríamos que hacer un día un fanzinico de estos, en papel. Más que nada porque ya no se llevan, por llevar la contraria y eso. ¡Contad conmigo para ello!