Dan ganas de mandarlo todo a Sebastopol
y que vuelva en un paquete internacional
si algún loco funcionario jersoneso
ha bebido suficiente vodka
y decide cumplir
su horario.
Esta es la dicotomía donde se sumerge
la vida en este preciso y vacuo instante.
Ya es hora de dejar de mirar el reloj
que no nos aleja de los recuerdos
ni a puñetazos de almanaque.
No hay heroicidad alguna
en contar los segundos
noche tras noche
como un insomne ahogado en lana.
Simplemente no mirar el buzón,
poeta, no mirar
y saber que no se te olvidó
poner la dirección de remite.
Nunca tuviste intención de hacerlo.
---...poema ex profeso y realizado a vivo tecleado en este blog...hay momentos para la palabra y momentos para los gritos...elegid vosotros mismos...---
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