Llegaríamos a la publicación del sexto número en el Otoño del 2000, en la que sería, a la postre, la mejor edición de la revista Amalgama.
Participaron en la sección de poesía, además del presente, los habituales Alfredo Wandossell, Eduardo Solano, Juan Ros Pérez, Sergio Gallego Morales, Héctor Castilla Jiménez, Sylvia Inglés, Antonio Xavier Rives, Elena Orenes, Guillermo Vivero Salmerón y Antonio Llorente Abellán.
En narrativa nos encontramos con los renglones de Francisco Buyo Larios, Héctor Castilla, Antonio Vela y Guillermo Vivero Salmerón.
Señalar que las ilustraciones de las dos portadas y la editorial fueron realizadas por Isidoro Conesa Godínez.
Dejo como legado este largo y delicioso largo poema.
"POEMA PARA UNA HABITACIÓN AZUL"
Mira las palabras, mira
cómo juegan y se ríen
de nosotros y de nuestras
ganas de teorizar
sobre como se comportan.
Hablamos de estar deshechos
y no pensamos que entonces
ha habido un tiempo en que sí,
en que realmente éramos
pleno, de una sola pieza.
Éramos entonces plenos,
totales y absolutos,
como un puzzle totalmente
terminado y enmarcado.
En qué momento, pregunto,
comenzó a hacer piruetas,
-a girar sobre si mismo-
el calendario; qué día
nos quedamos sin fronteras
entre un miércoles y un jueves;
en qué momento supimos
que los días y las piezas
de un puzzle, cuando se rompen
o se desarman, lo dejan
a uno eternamente solo
para recomponer -solo,
ya lo he dicho- almanaques
y siluetas.
Y tu boca
y su sorpresa en voz alta
no están sentadas al filo
de esta cama ahora deshecha
poniéndose un pantalón
de remordimiento o pena.
Diseminas mientras tanto
un cansancio inexplicable
de viernes nocturnamente
telefónico o de sábado
con olor a marihuana.
Y tus muslos, que te enterraron
la utopía hace ya tantos
siglos de ideas oscuras,
alzan violines que pesan
como el plomo sobre el gris
monótono de los días.
Y tus senos ya comprenden
lo que significa hablar
de escaleras: que no importa
los peldaños que uno tenga
que subir porque subir
siempre ha costado lo mismo.
Indago en algún espacio
de tu alma, en este preciso
instante, qué significan
ciertas luces imprecisas
de ciertos amaneceres
frente a un piso de alquiler.
Busco en tu sexo un aroma
de tabaco, una manera
de saborear el tiempo
que esparcen como confeti
los días sobre nosotros.
El tiempo
y las palabras
o un cuerpo para esquivar
el peso añil y concreto
de la muerte, para hacer
del dolor un sitio un poco
más habitable,
o al menos
para contrarrestar la íntima
aglomeración de olores
desordenados cayendo
sobre el lugar más recóndito
de este modo de vivir,
de esta habitación azul
encerrada ahora en versos.
Héctor Castilla Jiménez
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