Todo lo relatado a continuación es ficción y su parecido o semejanza con la realidad es pura y dura coincidencia.Imaginemos, queridos blogueros míos, la terrible y desconsoladora historia de un Secretario General de un partido político en un país de la Europa Occidental actual, el cual fuera candidato a la presidencia de gobierno de dicho país, siendo además muy probable que accediera a ese suntuoso puesto tras las cargantes y odiosas Elecciones Generales de turno.
Este nuestro personaje, lleno de júbilo ante la consecución de un objetivo tan ansiado como honroso, nos lo encontraríamos mirándose día a día ante el espejo, recordando aquellos años en los que, lleno de vida, paseaba desnudo por las costas de ciertas playas del Sureste de su país. Libre de demostrar a las gaviotas y sus pocos amigos su verdadera sexualidad. "La Trotera", "A Trotona" en su íntima lengua vernácula, le llamaban chistosamente, mote el cual nunca le molestó. Mote que reflejaba como disfrutaba de su cuerpo limpio y observado por aquellos a quienes deseaba fervientemente.
Ahora, años después, tras un largo recorrido por un desierto de incertidumbres, nuestro querido personaje, casado via católica-express por normas éticas de su partido, se encuentra en el dilema, día tras día, de tener que revocar una ley soberana de su país por la cual las personas homosexuales pueden ejercer su derecho al matrimonio, en iguales condiciones que sus semejantes heterosexuales.
Eso si gana las elecciones. Pero "La Trotera" sabe que su victoria, por fin, es irrevocable. Su país hundido en la incertidumbre económica no puede esperar más la bravura de su dirección, de su maestría. Y en esa bravura se encuentra inmersa la anulación de esa ley que a él, hace mucho tiempo, le hubiese hecho realmente feliz. Pero muy probablemente no pudiera imaginar en aquellos tiempos pretéritos que ciertas cosas pudieran llegar tan lejos. Quizás "A Trotona" sea muy inteligente, pero un cobarde en el fondo.
Un cobarde que es mentiroso de profesión. No olvidemos que es un político de primera fila que sabe siempre como esconder el cuello. Un político, al fin y al cabo, con chaqueta y corbata y que es capaz de traicionarse a sí mismo.
Quizás piense en ello "A Trotona", cada mañana cuando se mire al espejo, desnudo después de la ducha, preparándose para ir al Congreso.
¿La Trotera es Rajoy, Zapataro, o los dos?
ResponderEliminar¿Leyenda urbana como la del perro y la mermelada o una historia real? Que si corría en pelota picá por las playas de Calblanque me parece cojonudo, no hacía nada malo... lo malo lo está haciendo ahora.
ResponderEliminar