Te alcancé antes de que cerraras la puerta
Y pude observar tu rostro por última vez
Mirándome al igual que en aquellas mañanas
De infancia y desayunos recién hechos
El olor a pan tostado
La armonía de las cucharas
Y el calor de la leche recién hervida
Te he llorado al despertarme, limpio
Y lleno de la distancia insalvable
Abrazado he podido esgrimir las lágrimas sin las cadenas del vacío
Y las más crueles de las maldiciones
Te he llorado para que cerrases la puerta
Como en aquellas buenas noches certeras
Asumiendo la soledad de las cocinas
Y el desconcierto de aquellas cucharas.
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