Suicidio (Año 1995)

---...no se suelen sacar a la luz los primeros escritos de cada uno, ya sea por vergüenza, ya sea por el olvido, y, seguramente, algunos de los que me seguís esgrimiréis una sórdida sonrisa al leer los siguientes versos, pero he decidido ir rescatando aquellos poemas que en su día fueran importantes para mí y que, con pinzas, se puedan presentar. Joven prodigio, está claro, no lo fui, pero espíritu no me faltaba.
Aquí uno de los poemas, primario y prehistórico, con rimas y sin rimas, que recité, junto a mis queridos amigos y poetas del Colectivo de Jóvenes Autores, en aquel mi debut en el circo de los recitales, allá por Mayo de 1995 en el Salón de Actos de la "Residencia Universitaria Alberto Colao" (Cartagena), al cual siguió otro en la tercera semana de Junio del mismo año en el Centro de Recursos Juveniles (Cartagena), en el que recitaría parecidos poemas...la historia comenzó así...con un suicidio..
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No puedo recordar el nombre en esta ópera.
El mar nunca lo vi pero hoy pinta báltico.
Nunca supe llegar a mi cueva fosca y lóbrega
y mi corazón por zarpar se encuentra ávido.

Altas torres se alzan a mi alrededor
sin ventanas, sin puertas ni vidas que contar,
esfinges divinas a las que llorar
rodeadas del bullicio con sabor a perdedor.

Sombras, sombras, sombras,
sólo y perdido entre sombras.
Por el aire se siente la derrota
de centenares de almas en pena,
la calle agobiada de ahogadas voces
se encuentra de sentimientos desierta
con una multitud disfrazada de porcelana
buscando el beso que les pueda hacer felices.
Son aquellos que tienen enterradas sus ilusiones
en penumbras, esos que sólo saben sentir dentro de penumbras.

Abovedados cielos perdidos en las estrellas
sin cuentos que los astros puedan relatar.
Montañas sin altura ni caminos por los que errar
perdido a través de los encinares seguidos sin dejar huellas.

No puedo seguir sintiendo, tengo que escapar.
El horizonte me espera con su dulce indiferencia.
Nunca tuve hogar en el que gemir ni descansar
y mi corazón flamea por fin fuera de esta árida existencia.

4 comentarios:

  1. Juan de Dios García13 de enero de 2011, 12:57

    Este tipo de poemas tienen esa gracia de la nostalgia juvenil que comentas.
    Yo pienso que es un ejercicio sano (sobre todo para uno mismo) releer de vez en cuando los escritos de juventud y soltar una sonrisilla tierna.
    Salud y buena letra.

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  2. Salud, Juan de Dios! Sanon! (en Esperanto )

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  3. Son... hijicos que sin tener los órganos de paridero, pues los hemos parido con sueños e imaginación, con cariño, a veces, con desesperación y midos otras, pero al fin y al cabo, son nuestros... Lo que no quiere decir que los podamos llevar al cirujano plástico alguna vez... jajajajajaja... No, no lo digo por éste,eh?

    Un Abrazo.

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  4. Jajaja, gracias Guillermo. ¡Muy locuaz!

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