en una noche de luna
colmada de tu sonrisa.
Senderos iluminados
para recitar los versos
escritos en el insomnio.
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Vicente Velasco paseando por el Portús, y no era un Domingo de resaca. |
Una mesa dispuesta
hacia la ventana del mar.
Una pareja conversando,
que sonríe y comparte
las palabras, la brisa,
el sabor del Mediterráneo.
Sentir como la sal los hace propios.
Todos los pensamientos
que pueden entrelazarse
entre el horizonte y la orilla.
Todo el sol en mi boca
y tú regalándome la sombra.
Amigo mío,
el tiempo es un golpe
de instantes.
Los instantes brindados
son nuestro tesoro. El cáliz
del que bebemos y sonreímos
salvados ante la misma muerte.
Amigo mío,
ahora que duermes,
brindemos saciados.
Las sonrisas
y los cantos
y Luis Pastor
cambiando los tiempos.
Siempre los amigos
abrazando mi eternidad.
La luna se esconde
tras dos senderos
y un brujo lee las cartas
antes de que el sol
de la mañana las bañe
con el rocio del alba.
Ese tímido canto
del pájaro bajo la lluvia
de otoño
y la ciudad acariciada
por un viento de hojas caídas.