Al poco de abrir La Montaña Mágica Antonio Arco me hizo una entrevista para el diario La Verdad de Murcia (por lo que le estaré siempre agradecido) y, como ya sabréis muchos de vosotros, este tipo de ejercicios periodísticos, hoy por hoy, se realizan vía telemática. Por esta razón (y por estar a altas horas de la noche rebuscando en archivos olvidados) acabo de encontrarme con el documento en el que respondí a sus preguntas, las cuales, posteriormente, acabaron dando forma al artículo.
Cuelgo todas la preguntas con sus respectivas respuestas ya que algunas de las primeras fueron omitidas y me han parecido muy reveladoras e interesantes. Por si me queréis conocer mejor, vaya.
Para que os ubiquéis en el tiempo la entrevista fue realizada en primavera del 2016.
Que os sea leve.
¿Quién es usted y qué quiere?
Uno más entre millones, simplemente eso. Y bastante trabajo lleva ya como
para liarse con historias de miedo. Resumiendo, un hombre abocado a desaparecer
en menos de sesenta años, con las heridas habituales, con serios dolores de
espalda, con un serio cabreo con sus congéneres por la estulticia reinante y
con un deseo horrible por aislarme entre los libros y mi seres queridos. De
querer sólo quiero lo que pueda alcanzar con mis propias manos. Nada de
intermediarios ni promesas. Ese ha sido el gran fracaso de nuestra generación
(aquella que llamaron X), confiar en que nos merecíamos algo más, en que los
caminos estaban marcados para nosotros, en que todo iba a salir bien. Y no,
nada iba a salir bien. Así que, hoy por hoy, sólo espero que no me den la vara.
¿Cómo se le pasó esta aventura por la
cabeza?
Era una idea que tenía rondando durante muchos meses. Yo ya estaba en el
mundo del comercio, sé lo duro que es el día a día, lo que cuesta tanto
económica como anímicamente, el sacrificio que significa. Y era consciente de
que Cartagena se había quedado huérfana de Librerías tal y como yo siempre las
he entendido, es decir, un espacio cultural de encuentro rodeado de
libros. Así que sólo tuve que unir mi experiencia, esa orfandad y el valor
suficiente para dar el paso. En verdad es todo un salto al vacío pero, ¿quién
tiene pánico al vacío?
¿Qué le debe a los libros?
Básicamente todo. Han sido el eje vertebrador por el que me he definido como
persona desde la temprana juventud. He sentido una atracción por el libro desde
que me reconozco. El tacto las cubiertas, el olor de las hojas, la impresión
que dejan en mis retinas siguen tan presentes como antaño. Llego a diferenciar
las etapas de mi vida según los libros que estuviera leyendo en tal o cual
momento. En definitiva, son el vehículo por el cual me comunico con el otro. Y
eso, muchas veces, hoy por hoy es un poco complicado.
¿Dónde le han llevado?
Pues en último término hasta montar una librería, que no es poca cosa. Me
han alimentado y mantenido vivo el gusanillo de la escritura. Me han aportado
experiencias muy vívidas, muy reales, aunque a algunas personas esto les
resulte extraño. Y, como no, me han llevado a conocer a ciertas personas que
con el tiempo se han convertido en amigos y seres entrañables para mí, como
José Alcaraz, Domingo Llor, Juan de Dios García, Antonio Gómez Ribelles y
muchos otros que saben bien que están conmigo en este proyecto.
¿Qué es lo más importante que ha
descubierto?
La última barrera, la muerte. Ese insondable silencio que nos dejan las
personas al marcharse. Hace unos pocos año perdí a mi madre y esto me hizo
reflexionar gravemente sobre el asunto. Y he descubierto que no me llevo nada
bien con la muerte aunque no he tenido más remedio que aceptarla como animal de
compañía. Al final no queda otra. Así que le compré una correa muy larga para
sacarla a pasear.
¿Qué hace con sus propios miedos?
Pues tengo una gama muy interesante de miedos, fíjate. De todos los colores
y tamaños. Así que algunos de ellos, los más elegantes, acaban deslizándose en
algunos de mis poemas de vez en cuando. Intento no ser muy coñazo en mis versos
con estos temas pero inevitablemente acaban saliendo. Por norma me los trago
como puedo, unos días mejor que otros y así voy tirando. Nuestros miedos nos
definen, también, y son bichos con mucho ego y una gran ansia de protagonismo.
Así que les dejo su espacio, sus momentos para que se luzcan y se hagan un buen
selfie.
¿Cómo se lleva con sus noches oscuras?
Actualmente nada bien, la verdad. Cada vez valoro más el descanso, la
tranquilidad y la relajación. No quiero añadir a mi existencia más mierda de la
que hay por definición. En estos últimos años lo que sí he aprendido es a no
hacerme daño a mí mismo, a mantener el equilibrio entre la realidad y el deseo,
como diría Luis Cernuda, porque uno, con los años, acaba aceptando que no todo
es posible, que hay cosas alcanzables y otras que no, que todo tiene un precio
que deberás pagar antes o después y que debes tener muy claro si estás
dispuesto a hipotecar tu vida por un sueño. Al fin y al cabo, los deseos no
cumplidos son los merodeadores de nuestras noches oscuras, sin duda alguna.
¿Qué poema suyo le acompaña siempre?
Normalmente ninguno. Siendo sincero me ha costado horrores memorizar
siquiera alguno de mis versos, y mira que he escrito más de uno en los últimos
veinte años. Podría citar alguno de mi último poemario "Principio de Gravedad" pero te
estaría mintiendo, como forzando un poco la cosa. Suelo, eso sí, tener en mente
aquellos poemas que llevo en danza, que se están gestando o estoy corrigiendo.
Y uno, desde Noviembre, me acompaña como guardián. Empieza diciendo: "No haremos nada mejor que nuestros padres."
Y vaya verdad más nefasta. No exclusivamente por la situación actual, que
también, si no por la tendencia que hay en nuestra especie por guerrear entre
generaciones de manera despiadada.
¿Qué poeta le ha salvado la vida?
Bueno, esta pregunta sólo puede ser respondida con una entelequia y no soy
muy dado a fantasear y esas cosas. Habría, eso sí, que hablar de muchos poetas
porque si algo me ha salvado la vida es la poesía en general y llevar cuidado
por donde piso en particular.
¿Vida para qué?
Pues mira, para abrir una librería. ¡Qué mejor manera para darle sentido a
todo esto! Con toda la que está cayendo en nuestro entorno, este aire tan
viciado con corruptelas, venganzas palaciegas online, dislates ideológicos,
demagogias descaradas y una población muy adormecida, creo que no hay nada
mejor que hacer que fabricar espacios de coherencia, raciocinio y pensamiento.
La gente, por norma general, reflexiona muy poco y engulle mucha carroña. Eso
no es bueno. Nada bueno.
¿Qué hay peor que la muerte?
No entender tu propia existencia ni la que te rodea. No sé si eso significa
algo peor que la muerte pero sí te aseguro que vivir en plan medusa flotando y
tragando todo lo que se te cruza por el camino no es muy inteligente. Y este
espectro consumista (que no comunista), que nos rodea da para que muchos vayan
por la vida de medusa, engullendo y
jodiendo con sus tentáculos por doquier.
¿Qué hay del tiempo que nos ha
abandonado?
Ese ya no vuelve. Sé que es una
obviedad, pero en lo obvio y lo más concreto están las cosas que duelen de
verdad. Soy una persona un poco melancólica y muchas veces me dejo llevar por
recuerdos de la infancia y la juventud. Intento recuperar aquellos olores,
sabores y texturas pero, ya sabéis el final, los viajes en el tiempo son una
falacia. Nos tenemos que conformar con la jodida magdalena de Proust.
¿Qué nota en la calle?
Cabreo y cansancio, en términos generales, y muy poca autocrítica. Supongo
que será porque la gente no sabe hacerla o no tiene gana, pero, por ejemplo, seguir
defendiendo, aunque sea con la boca pequeña, a cierta gentuza indeseable que ha
estado mangoneando el fruto de la trabajador, el bien común del ciudadano, me
parece de no haberse parado a pensar. Noto que las neuronas siguen siendo las
grandes desconocidas de la sociedad española. Desde aquí quiero romper una
lanza por ellas. Son seres entrañables, huelen bien y si interactúas con ellas
al final aprendes cosas. Y todo ello gratis. Nos viene de fábrica.
¿Cómo es 'La montaña mágica'?
Un espacio cultural abierto a todo el mundo que quiera embarcarse. A todos
los que tengan algo que decir o tengan algo que escuchar, que es igual de
importante. Es también mi enésimo acto de rebeldía. Es una bofetada. Es un
guiño cómplice para todos.
¿Qué encontrará en ella el lector?
Bueno, lo más probable que se puedan encontrar son libros y entre ellos a
alguien tras el mostrador al que le gustan los libros. Vengo de gente comercio
y sabemos tratar al público, al cliente darle el calor necesario. Y por supuesto
se encontrará con la mejor oferta cultural de la ciudad, sin duda alguna. Todas
las semanas tenemos mínimo dos eventos literarios (recitales, presentaciones y
firmas de libros, talleres, etc.), así que sólo hay que estar atento a las
redes sociales para saber de nuestra agenda.
¿Qué libro tendrá siempre a la venta?
Hombre, si no te dijera "La Montaña Mágica" de Thomas Mann te
mentiría, aunque si tuviera que quedarme sólo con uno (por causa de un
cataclismo o extinción), me quedaría con "Historia del siglo XX" de
Eric Hobsbawn, como auténtico legado de nuestra sociedad a los supervivientes
del futuro. O para los arqueólogos alienígenas que nos estudiaran en un tiempo
lejano.
¿Qué coño nos pasa?
Nos pasa lo de siempre. Lo que nos han enseñado
desde generaciones. A mirarnos el ombligo, a barrer para casa. Así ha sido
desde el final de las guerras mundiales. Y encima ahora nos bombardean con mil
historias que sólo tienen el fin de acomplejarnos. Dietas, éxito, autoayuda, "arreglalotodo",
coches que andan solos, relojes que te dicen si te va a dar un infarto,
colesterol infernal. Así sólo estamos pendientes únicamente de nosotros mismos,
pendientes de limpiarnos el culo como si fuéramos niños pequeños. ¿Tú te
imaginas a Buenaventura Durruti perdiendo el tiempo en decidir entre una
pechuga al horno o verduritas a la plancha? Y claro, desde hace más de 77 años
somos el típico chiste del país de los ciegos. Estamos gobernados por tuerto. Tuertos
además con muy mala leche y un nivel intelectual propio del Homo Rudolfensis.
Esto sólo se arregla de una manera. Arriesgando el pellejo. No hay otra. Y si
no al tiempo.
Vicente Velasco Montoya en La Montaña Mágica. |
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